Han sido muchos los intentos y los años que han pasado para sacar adelante este proyecto basado en la obra homónima de J.G. Ballard pero finalmente Ben Wheatley ha conseguido reunir las agallas suficientes para crear la experiencia fascinante a la vez que perturbadora que es 'High-Rise'.
El público de Sitges se quedó boquiabierto ante tal experiencia al igual que quienes asistieron el pasado mes de marzo a la Muestra SyFy de cine fantástico, ya que la cinta fue la encargada de cerrar aquellas jornadas dedicadas a los géneros de ciencia ficción y fantasía. 'High-Rise', ya fuera por las expectativas que levanta su protagonista o por la idea estrambótica en la que se basa, consiguió un lleno absoluto además de otorgar al público una experiencia única.
'High-Rise' se centra en el Dr. Laing interpretado por el siempre carismático Tom Hiddleston. Un personaje cauto y observador que decide vivir en un lujoso complejo formado por rascacielos, que funcionan de manera autónoma al resto del mundo a las afueras de Londres. Unos rascacielos en los que están provistos de cualquier necesidad que pudieran tener sus inquilinos, creando una comunidad autosuficiente capaz de atrapar tanto a sus residentes como al espectador que en todo momento se siente bienvenido a esta peculiar vida.
Su personaje se dedica a contemplar la vida pasar, sin ser capaz de intervenir en ella hasta que se ve forzado a hacerlo. Su condición de hombre de clase media-alta le permite acceder a las fiestas más bizarras que se organizan en los pisos superiores del rascacielos a la misma vez que está invitado a empatizar con aquellos que viven con menos lujos y aun así se muestran agradecidos de tener la oportunidad de ser parte de esta comunidad. Una comunidad que pronto demostrará que esa idea utópica se puede convertir en un infierno para todos.
Sin duda la historia que plantea la película, a pesar de ser ficción, representa una cruda realidad que podemos ver en nuestro día a día. Ya cuando Orwell hablaba en su novela '1984' sobre un mundo controlado por un Gran Hermano capaz de reprimir y controlar a una sociedad, Ballard por su parte escribía esta novela en plenos años 70 reflejando una sociedad consumida por los estatus sociales, por el capitalismo y por la opresión de los ricos hacia los pobres cuando en Europa comenzaba a florecer un nueva sociedad consumista tras recuperarse de las devastadoras consecuencias de las Guerras Mundiales. Una sociedad que en la película Wheatley sabe caracterizar de manera majestuosa con personajes peculiares y estereotipados.
Rebelión en las alturas
Mientras que el personaje de Hiddleston sirve como hilo conductor a lo largo de la película, acudiendo como espectador a cada una de las escenas claves de la película, quizás sea el personaje de Luke Evans el más relevante de la historia. Él interpreta a Wilder, un director de documentales que vive con su mujer (Elisabeth Moss) y sus hijos en los pisos inferiores del rascacielos diseñado por Royal, el arquitecto y administrador del edificio interpretado por Jeremy Irons. Casi como ironía, los propios nombres de los personajes definen su papel en el edificio y, a grandes rasgos, dentro de la sociedad que crean ahí.
Mientras Evans es el "salvaje", el pobre e iluso de grandes sueños e inspiraciones, atrapado en un edificio que representa su estatus social y que se convierte en el líder de una revolución que pretende trepar hasta alcanzar lo que le es negado por quienes están por encima de él, Irons representa al mandatario absolutista que acaba por despreocuparse por las necesidades de quien tiene a sus pies. Una terrorífica sátira de una realidad que, en tiempos de crisis, saca a relucir las oscuras intenciones de las personas.
Desde un principio la película nos muestra la ruina, la desolación de un hombre que acepta la realidad que se ha encontrado sin quererlo, donde las normas que una vez conoció están más deterioradas que las cuatro paredes que le mantiene preso junto a cada una de las personas que viven ahí, incapaces de escapar a pesar de que las puertas estén abiertas de par en par. Uno de los grandes retos que asume con bastante soltura esta película es la de mantener un espacio tan reducido lo suficientemente atractivo como para que el exterior sea una cuestión que al espectador no le interese.
En ningún momento comprendemos qué ha ocurrido para que esas personas decidan internarse de esa manera en el rascacielos y no nos importa. La más que aceptable adaptación de la novela por parte de Amy Jump, consigue que la extravagancia de las escenas estén al mismo nivel de unos diálogos completamente adecuados a cada tipo de personaje.
Aunque sigue la linea de lo que hizo en su día el director surcoreano Bong Joon-ho en 'Snowpiercer (Rompenieves)' de establecer en un espacio único toda la acción, 'High-Rise' es muchísimo menos accesible por el simple hecho de jugar con un humor negro, un surrealismo extremo y una enrevesada estructura espacio temporal que no suele caracterizar las películas de acción distópicas, que mantienen una linealidad mucho más explícita. Sin duda es un proyecto muy ambicioso que junto a los actores anteriormente mencionados también hay que destacar a un James Purefoy que brilla con su personaje mientras que Sienna Miller como "vecina de al lado" sigue en la misma linea que ha mantenido durante toda su carrera cinematográfica, lamentablemente.
También hay que destacar la gran elección que se ha hecho con la banda sonora que ameniza la película, con una curiosa versión de un clásico de la banda sueca ABBA, entre otras. La fotografía, a cargo de Laurie Rose que ya ha trabajado en los anteriores trabajos con el director, destaca con imágenes impactantes y bellas. Aun así, la distribución limitada que tendrá esta película es directamente proporcional al público al que está enfocada.
6/10
Crítica publicada originalmente en ecartelera.com ¡Click!